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Sergio Hernández
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Sergio Hernández (Huajuapan de León, Oaxaca, México, 1957) es un artista plástico mexicano cuya obra ha alcanzado reconocimiento tanto nacional como internacional.
Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas / Academia de San Carlos (1973-1975) y más tarde en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (1975-1980).
Desde los años ochenta ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas en México y en el extranjero, explorando medios como pintura, dibujo, grabado, escultura y técnicas mixtas.
Su obra forma parte de colecciones permanentes de instituciones de prestigio como el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, el Museo de Monterrey, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes, el San Antonio Museum of Art, y el Museum Würth Künzelsau en Alemania, entre otros.
Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas / Academia de San Carlos (1973-1975) y más tarde en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (1975-1980).
Desde los años ochenta ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas en México y en el extranjero, explorando medios como pintura, dibujo, grabado, escultura y técnicas mixtas.
Su obra forma parte de colecciones permanentes de instituciones de prestigio como el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, el Museo de Monterrey, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes, el San Antonio Museum of Art, y el Museum Würth Künzelsau en Alemania, entre otros.
La obra de Sergio Hernández es un ejercicio poético de la memoria, la mitología y la transformación del mundo visible. Su producción no se limita a una sola técnica ni a un solo estilo —más bien, fluye entre pintura, grabado, escultura, relieves metálicos y soportes mixtos—, en un dialogo constante entre lo ancestral y lo contemporáneo.
En su universo visual, conviven insectos con huellas antropomorfas, plantas que se vuelven arquitecturas, constelaciones simbólicas y superficies metálicas donde el oro y el plomo desafían los convencionalismos del medio. Parte de su interés radica en las tensiones entre luz y sombra, vida y muerte, lo que fue y lo que puede devenir.
Hernández recurre frecuentemente a la evocación de códices y narrativas culturales para construir relatos visuales que interrogan la identidad mexicana y universal. A través de sus piezas, el artista reinventa símbolos que han acompañado al ser humano: monstruos, mitos, migraciones, naturaleza transformada.
Cada obra de Hernández es también un espacio de contemplación íntima: en su cuidadosa diagramación compositiva hay una exigencia visual y conceptual, que invita al espectador a descifrar correspondencias, significados ocultos y resonancias del mundo interior. Su arte no propone respuestas definitivas, sino que abre puertas hacia mundos paralelos, hacia el asombro y la ensoñación.
En su universo visual, conviven insectos con huellas antropomorfas, plantas que se vuelven arquitecturas, constelaciones simbólicas y superficies metálicas donde el oro y el plomo desafían los convencionalismos del medio. Parte de su interés radica en las tensiones entre luz y sombra, vida y muerte, lo que fue y lo que puede devenir.
Hernández recurre frecuentemente a la evocación de códices y narrativas culturales para construir relatos visuales que interrogan la identidad mexicana y universal. A través de sus piezas, el artista reinventa símbolos que han acompañado al ser humano: monstruos, mitos, migraciones, naturaleza transformada.
Cada obra de Hernández es también un espacio de contemplación íntima: en su cuidadosa diagramación compositiva hay una exigencia visual y conceptual, que invita al espectador a descifrar correspondencias, significados ocultos y resonancias del mundo interior. Su arte no propone respuestas definitivas, sino que abre puertas hacia mundos paralelos, hacia el asombro y la ensoñación.