Que tiene de especial "La joven de la perla" de Vermeer.
Publicado el: 27/12/18
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Que tiene de especial "La joven de la perla" de Vermeer.
En 1999, la autora estadounidense Tracy Chevalier publicó "La joven de la perla", una novela inspirada directamente en una de las obras más famosas de Vermeer que lleva el mismo nombre. Ambientada en el siglo XVII en Delft, Holanda, Chevalier presenta un relato ficticio de Vermeer, la joven de la pintura y la obra de arte en sí.
Desde su publicación, la novela de Chevalier ha vendido más de cinco millones de copias en todo el mundo, lo que sugiere que hay una curiosidad compartida sobre este trabajo particular de Vermeer. Aquí la escritora habla sobre por qué ha estado fascinada con "La joven de la perla" desde que tenía 19 años y cómo eso la inspiró a escribir el libro.
¿Por qué "La joven de la perla" de Johannes Vermeer es una pintura tan popular? Apodada la "Mona Lisa del Norte", cada vez es más creciente la competencia con la obra maestra de Leonardo Da Vinci en términos de exposición. Se la ha usado en la portada de muchos libros de arte y actualmente se la puede ver en cojines, posavasos, camisetas, bolsos, calcetines, maletas y más artículos. Internet está lleno de imágenes de la joven, ya sea en su forma original o adaptada a nuestros tiempos: tomándose una selfie, convertida en un personaje de manga o montada en la parte trasera de una motocicleta (con Van Gogh como conductor). Incluso el artista Banksy la convirtió en grafiti en una pared de Bristol, Inglaterra con una alarma de seguridad en lugar de su famoso pendiente.
Sin embargo, no siempre fue tan icónica. No sabemos para quién la pintó Vermeer entre 1665 y 1666, pero terminó en la colección de su mecenas, para luego ser vendida por su yerno. Después de eso, estuvo perdida hasta que reapareció 200 años después, cuando un coleccionista la compró por 2 florines (un poco menos de USD 1) y, después de haberla limpiado, descubrió que era una obra de Vermeer. Tras la muerte del coleccionista, en 1902, fue donada al Mauritshuis de La Haya, donde ha estado colgada desde entonces. Ahora, por supuesto, no tiene precio. El Mauritshuis jamás la vendería. De hecho, el último cuadro de Vermeer que se vendió públicamente, en 2004, fue por 30 millones de dólares, y no es tan estupendo como "La joven de la perla".
La primera vez que vi la pintura, a los 19 años, fue un póster colgado en la pared de mi hermana. Estaba tan fascinada que tuve que comprarme una copia para poder mirarla todo el tiempo. He tenido ese póster en todos los lugares donde he vivido. ¿Pero por qué sentí la necesidad de observar tanto ese cuadro? ¿Qué es lo que hace que los espectadores vuelvan a verlo una y otra vez?
Creo que hay tres cualidades que hacen que "La joven de la perla" sea tan seductora. Para empezar, es muy atractiva. El llamativo azul y amarillo del pañuelo de la joven, que resalta sobre un fondo negro, la perla reluciente creada con unos pocos movimientos rápidos, la experta captura de luz y sombra en su piel luminosa, las pupilas líquidas de sus ojos… Todo se suma a una sublime obra de belleza.
Pero la belleza no es suficiente para mantener el tipo de atención que recibe "La joven de la perla". He estado mirando esta pintura durante más de 30 años y todavía no me aburrió. ¿Por qué?
Su segunda característica seductora es que la chica parece familiar. Si bien no sabemos quién es, sentimos que la conocemos porque nos está mirando de forma íntima. Confundimos este aspecto con una sensación de familiaridad. Algunos lectores me dicen que su hija, su amiga o su vecina se parece a la joven. He visto en Internet muchas mujeres vestidas como ella. Alguien me dijo una vez que me parezco a la joven, y esa debe ser la razón por la que escribí sobre la pintura.
Sin embargo, no sabemos qué aspecto tiene, ni siquiera lo básico, como el color del cabello o los ojos. Dado que tiene el rostro desviado parcialmente, no podemos discernir su forma. La línea de la nariz se confunde con su mejilla, por lo que no sabemos si es ancha, respingada o redonda. Tiene un aspecto más "universal" que específico. De hecho, la pintura no es un retrato de una persona en particular, sino lo que los holandeses llamaron "tronie": la cabeza de un "tipo" ideal, como "un soldado" o "un músico", aunque, en este caso, se trata de "una bella joven".
Esto nos lleva a la tercera y más llamativa cualidad de la pintura: su misterio. No sabemos quién es la joven ni qué está pensando. De hecho, sabemos muy poco acerca de Vermeer. Vivió toda su vida en la ciudad holandesa de Delft. Se casó con una mujer católica y probablemente se convirtió a esa religión, vivió con su suegra y tuvo 11 hijos. Estuvo endeudado varias veces. Era pintor y comerciante de arte, y eso es todo lo que conocemos de él, además de sus obras.
Hasta donde sabemos, pintó 36 cuadros, muchos de los cuales retratan a mujeres solas, haciendo tareas cotidianas, como verter leche, escribir cartas o tocar laúdes. No tenemos idea de quiénes son, aunque es probable que hayan sido miembros de su familia. Esto significa que no sabemos cuál es la relación entre la joven que lleva el pendiente de perla y el pintor.
La expresión de la joven es agradablemente ambigua. ¿Está feliz o triste? ¿Nos está alejando con la mirada o anhela que la observemos? ¿Y quién es "nosotros", de todos modos? Después de estudiar la pintura durante años me di cuenta de que no me está mirando, puesto que yo no estaba allí… Está mirando al pintor con esa curiosa mirada de ojos muy abiertos. Me hizo pensar qué pudo haberle hecho Vermeer para que lo mirara de esa forma. Esa curiosidad me llevó a escribir una novela sobre la pintura: quería explorar el misterio de su mirada. Para mí, "La joven de la perla" no es ni un tronie universal ni un retrato de una persona específica. Es la imagen de una relación.
Apenas miramos la pintura, hay una belleza inmediata que nos atrae, y una familiaridad que nos satisface. Pero, al final, es el misterio que nos hace volver a verla una y otra vez, en busca de respuestas que nunca encontramos.
Belleza, familiaridad y misterio. Estas son las cualidades de "La joven de la perla" que la convierten en una obra maestra icónica. La pintura es como una canción que termina en el segundo acorde: queremos mirarla nuevamente con la esperanza de que esta vez suene la última nota, la pintura se resuelva sola, se disipe el misterio y por fin podamos dejar a la joven en paz.