Obsesión de Van Gogh por el amarillo
15/08/2018
Una flor podría ser el secreto de la obsesión del pintor con el color amarillo.
En 1990 el japonés Akira Kurosawa cumplió uno de los más grandes sueños de quienes amamos el arte: un encuentro con Vincent Van Gogh. En este cortometraje que forma parte de "Sueños", el cineasta hace un recorrido a través de sus pinturas, descubriendo las texturas y pinceladas que forman parte del universo pictórico del posimpresionista más famoso del mundo. A lo largo del filme, caminamos junto al protagonista en busca del pintor, atravesando sus más famosas pinturas, además de "La noche estrellada" como "Trigal con cuervos" y "Campo con Amapolas". Así, poco a poco nos adentramos en una experiencia vivencial de su obra, rodeados del paisaje que el pintor retrató con su particular estética que aun genera más preguntas que respuestas.
De su obsesión con el amarillo se ha especulado mucho. Algunas versiones cuentan que el pintor impresionista tenía sinestesia y bebía pintura para probar girasoles y que podía "traducir" a la plástica aquello que el amarillo le provocaba. Pero para entender por qué Vincent Van Gogh se convirtió en el mejor pintor hay que tomar en cuenta sus trastornos mentales, no sólo en el cliché que lo coloca en la historia como el delirante artista que perdió la cabeza –y la oreja–, sino dejar atrás el mito y estudiar las repercusiones de la medicación a la que sometía su genialidad creativa.
Una de las posibles causas es la intoxicación crónica por absenta, pues se sabe que este licor contiene tujona, un aceite cuyo consumo elevado provoca visión en halos de colores. De acuerdo con esta idea, el "amarillo Van Gogh", en realidad sería como si la mirada del pintor tuviera un filtro permanente, y así es como en realidad veía el mundo y no se trataba de un estudio de la luz como el trabajo de campo de los impresionistas que le antecedieron, sino de una condición visual determinada por una droga.